Translate

29 de diciembre de 2016

Cierro los ojos y, cuando los abro, ya no estoy donde me había quedado.
Un pasillo ante mí, y colgando de tu mano, mi mano.
Al verte ante mí -tu cabello, tu espalda- no puedo evitar sorprenderme pues apenas hemos hablado, cruzado un par de palabras sin sentido, y hacía años que ni eso.
Al fin paramos, y ante nosotros, la puerta de una habitación de hotel. Pienso que es demasiado típico, o quizá tópico, pero no digo nada porque de mis labios no quieren brotar las palabras, sino inexplicablemente los besos de los cuales no esperaba que fueses su diana.
Cual mago que desvela una carta, sacas la llave, abres y me arrastras a lo desconocido. Mientras tú te preparas, si es que hay algo que preparar, yo huyo al baño como quien no quiere la cosa, tratando de entender qué está pasando. Nada de lo que se me viene a la mente tiene el más mínimo sentido con lo que parece que va a suceder de un momento a otro. Esta confusión hace que todo empiece a temblar, o quizá eres tú empezando sin mí la jugada previa a la maestra, apenas a una puerta de distancia. Lo único que sé, y que temo, es lo que siento, que no tiene nada que ver con nosotros, o con todo esto, pero que simplemente se remueve por mi interior como si de algo vivo y ajeno se tratase.
Siento tus pasos acercándose y un leve toque de nudillos a modo de interrogación acariciando el anverso de la puerta. Abro el grifo para disimular, o quizá para que no oigas mis dientes rechinando, y suspiro fuertemente en un intento de calmarme para poder pensar con claridad. Siento que, si abro la puerta, la necesidad de rozar tu piel con mi piel va a hacer que me sea imposible escabullirme, por lo que hiperventilo de tal forma que un par de lágrimas nerviosas se deslizan, arruinando mi ya desgastado maquillaje. Tus dedos vuelven a palpar el escudo de contrachapado que me protege débilmente de ti, esta vez intentando alcanzarme, pues puedo sentir tu acrecentada impaciencia en tu agitada respiración.
Ya no hay vuelta atrás. Quiera o no, tengo que abrir, aunque sea para encontrar una respuesta a todo esto. Tu mirada me desnuda cuando pretendo rehuirla y me atraes hacia ti como si fuese un juguete en los brazos de un niño. Tratas de empezar a desvestirme dulcemente, pero al observar mi resistencia, tus manos se vuelven toscas y la ropa empieza a microdesgarrarse, como una parte de mi alma por cada segundo que continúo aquí. Te quitas la camiseta con una sonrisa que pretende darme confianza, pero que a mí sólo me recuerda al Joker. Tus labios se lanzan a la aventura de mi cuerpo mientras los míos parecen pegados por el más poderoso pegamento.
No lo aguanto más y, a la vez que suelto un grito, mis manos atrapan tus muñecas y cesa todo movimiento. A duras penas, me pongo de pie buscando la salida mientras evito cruzar nuestros ojos, pues la confusión ahora está en ellos. Te empujo contra la cama, agarro precipitadamente mis cosas y salgo corriendo sin mirar atrás. Oigo a lo lejos tus palabras de reclamo, pero ya no estoy en ese lugar, y tú sólo eres un sueño. ¿Malo, bueno? Quién sabe. Hasta el momento, nadie ha clasificado aquello que deja como escarpias todo el vello de tu cuerpo.
                                   

No hay comentarios:

Publicar un comentario